Se acabó el año y comenzó el nuevo año, recuerdo las sensaciones de fines de 2016, las dudas, el cansancio, el poco interés de tu parte, de verdad no quería viajar el primero temprano, me daba miedo, venir al turno y que pudiera pasar algo en la carretera, me invitaste a pasar el año nuevo con ustedes pero preferí pasarlo acá cerca del trabajo, en la casa en donde vivía con la señora S y C, tres mujeres, y después celebrar solas, al otro día trabajar ya que el 2 nuevamente me tocaba turno, ni siquiera viniste el primero y el 2 me dije iré a saludar, igual tenía miedo (que se repite esa palabra en este blog) fui con la excusa de necesitar la bici, la limpiaste, la arreglaste y la instalaste en el auto. Mire y tome todas las cosas que vi que eran mías, este día fue la última vez que fui a tu casa, (hasta este año, cuando tus papás no estaban y me invitaste a quedarme y me quedé)
Cuando me fui me dijiste, no nos vamos a casar, a lo que respondí si quieres suspendes todo y me fui.
Este año sentí tu ausencia, estuve con la familia, con los amigos de años, me siento acompañada pero ocupabas un lugar muy importante en mi vida. Cada día te veo más lejano, agradezco todo, si bien a veces viene la pena, la culpa de poder haber hecho mejor las cosas, creo que era necesario, si no se hubiera acabado nunca habríamos hablado tanto como lo hicimos en los últimos seis meses, no habríamos compartido tanto ni tan profundamente. Agradezco a la vida y a Dios lo vivido, porque el dolor ha logrado ablandarme, detenerme, encontrarme y mirarme en profundidad en lo oscuro en soledad en los miedos.
Comenzamos el 2018, con esperanza y fe, confiando en el amor de Dios, familia, amigos
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